Antonio Vivaldi, el "Rolling Stone" de su época

A 343 años de su nacimiento, exploramos vida y obra del gran compositor de "Las cuatro estaciones".

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Conoció el talento, el éxito y la pobreza. Con su muerte, cayó en el olvido y no fue hasta el siglo XX, con las investigaciones del italiano Alberto Gentili, que el músico veneciano logró convertirse en una de las figuras máximas de la música barroca.

Alguien dijo una vez que si Bach fue un Beatles de su tiempo, Vivaldi era un Rolling Stones. Apodado el “cura rojo” por ser sacerdote y pelirrojo, Antonio Vivaldi había nacido el 4 de marzo de 1678 en la ciudad italiana de Venecia. Y junto con los alemanes Bach y Händel, el compositor veneciano fue el otro gran exponente de la música durante aquel periodo artístico y estético del siglo XVII.

Su padre, el violinista Gianbattista Vivaldi, fue quien lo introdujo de lleno al mundo de la música. Sin embargo, a sus 25 años y tras diez años de estudio, fue ordenado sacerdote aunque nunca llegaría a ejercer con regularidad. Se negaba a dar misa, a veces excusado por su delicada salud (se cree que padecía de asma o angina de pecho). Pero el oficio litúrgico y la patología médica nunca lo separaron de la música: su verdadera vocación.

En 1704, comenzó a trabajar como profesor de música en el Ospedale della Pietá, un conservatorio en el que asistían niñas huérfanas. Allí, donde trabajó entre 1703 y 1715 y otro segundo periodo desde 1723 hasta 1740, alternaba su labor docente con la de compositor, y gracias a esta última cobraría un reconocimiento enorme en toda Europa, sobre todo, después de su muerte. 

Según distintos historiadores y musicólogos, parte de su maestría se basó en haber cimentado el género del concierto -aquel en el que un instrumento solista dialoga con la orquesta- y fue uno de los más importante de su época. Vivaldi compuso más de 700 obras, para distintos instrumentos, entre las cuales se cuentan más de 400 conciertos para violín y 46 óperas. Entre estos conciertos, sin dudas, Las cuatro estaciones es de los más famosos.

El compositor logró tener el respeto de sus pares y conoció el éxito de sus obras. Esto hizo que viajara por algunas ciudades. Pero fue en Viena, donde finalmente se instaló, luego de conocer al emperador Carlos VI, esperando cierto apoyo real para continuar con sus creaciones compositivas. No obstante, el emperador había muerto poco tiempo después. A partir de ahí, Vivaldi no tuvo casi forma de sobrevivir con su música y cayó en la pobreza. Murió el 28 de julio de 1741, por una infección en la pierna, a los 63 años. 

El renacimiento de Vivaldi

Con su muerte, su música también había desaparecido: no había copias de sus composiciones, ni discípulos ni, por supuesto, grabaciones. El nombre de Antonio Vivaldi estaba olvidado. Lo poco que se sabía de él era por su gran contemporáneo, Johann Sebastian Bach, quien había incorporado algunos elementos de la música de Vivaldi.

Fue recién durante el siglo XX, gracias al trabajo de investigadores académicos -como el italiano Alberto Gentili, profesor de Historia Musical en la Universidad de Turín- que se produjo uno de los descubrimientos más importante de la historia de las artes musicales. En este caso, este hallazgo logró el renacimiento de la obra de Vivaldi. 

En una de aquellas investigaciones en la ciudad de San Marino, cerca de Turín, Gentili tuvo la tarea de revisar en 1926 casi 100 volúmenes de música. Entre ellos, había 14 de Vivaldi con 149 piezas instrumentales, 29 cantatas, 12 óperas y 1 oratorio. Gentili, por cómo estaban enumeradas las obras, se dio cuenta de que aquello era solo la mitad y fue en busca del resto. Encontró la parte faltante y, con ellos, sumaron en total 27 volúmenes. El investigador reconoció que, en todas estas obras armoniosamente complejas, estaba no solo la producción de un músico enorme, sino también gran parte del espíritu cultural de ese momento. Con los sucesivos estudios, Antonio Vivaldi, quien en vida había sido una figura con relativa importancia, se convirtió en uno de los compositores más emblemáticos del Barroco italiano.

Escuchar el tiempo, imaginar el tono

“En Las cuatro estaciones (1725) de Vivaldi se puede escuchar cómo se representa el paso del tiempo a través de los paisajes sonoros y de una visión programática de la música. Estas piezas no son meramente una idea de la naturaleza, una sucesión de referentes lejanos, sino que sugieren que su compositor pasó largas horas escuchando y observando el paisaje para plasmarlo en la partitura”, comentó en un artículo el profesor y compositor español, José Luis Carles Arribas.

Y agregó: “En la partitura de Las cuatro estaciones aparecen multitud de reflejos de la realidad. En el allegro de El verano, las semicorcheas del violín pretenden ser el canto de los pájaros. Al final del movimiento se describe el aumento de la fuerza del viento también representado con semicorcheas en las cuerdas. El tercer movimiento de El verano recuerda a una tormenta, mientras que el primero de La Primavera describe una lluvia repentina”.

En relación con ciertas preocupaciones musicales del compositor y su aporte al género del concierto, Carles Arribas expresó: “El desarrollo de la forma concierto a partir de los concerti grossi, a los que Vivaldi brillantemente contribuye culminando aportaciones de compositores anteriores como Corelli, permite crear nuevos contrastes sonoros, expandiendo la música con movimientos más extensos e independientes, abriendo paso a nuevos recursos tonales, armónicos, instrumentales, tímbricos, rítmicos, espaciales. La retórica musical busca encontrar el sentimiento en la melodía, ayuda a comprender las emociones de la pieza. Son innumerables los ejemplos de retórica musical en la historia y, en este aspecto, no deja de sorprender el desarrollo instrumental y la imaginación tímbrica de Vivaldi”.

Fuente: Ministerio de Cultura Argentina

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